Hidratar es aportar agua para mejorar la capacidad del ojo de absorber humedad y nutrientes. Humectar es atrapar y retener la humedad para construir la barrera protectora natural que evita cualquier pérdida de agua.
Muchas veces nos encontramos con el término “humectar” y lo confundimos con “hidratar”, a priori puede parecer parecido, pero su función es totalmente distinta. ¡Hoy te lo explicamos!
El ojo seco es la consecuencia de una mala hidratación, por ello, una humedad incorrecta, lo que, comúnmente se denomina una mala humectación, provoca una serie de molestias que afectan a nuestra calidad visual y, por lo tanto, a nuestra calidad de vida.
La hidratación ocular ayuda a incrementar la cantidad de agua de nuestro ojo y, por ende, le aporta una mayor hidratación. Por su parte, la humectación lo que hace es retener esa cantidad de agua en el ojo el máximo tiempo posible para mejorar su lubricación.
Las ventajas de mantener una buena lubricación son muchas, como por ejemplo, una visión ocular estable, confort, salud ocular…, ya que un ojo poco lubricado puede provocar problemas para leer, picor, visión borrosa, etc.
Además, conocer las causas que provocan esta falta de hidratación o sequedad ocular nos permitirá evitar que nuestros ojos se vean afectados. Como consejo podemos recurrir a las lágrimas artificiales, que serán nuestras grandes aliadas para luchar contra este problema.
¡Consulta a tu óptic@-optometrista si tienes síntomas de sequedad ocular!, especialmente en el uso de pantallas o cuando hay aire acondicionado.
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