Un poco de historia…
Desde hace años se investiga cómo las lentes de contacto pueden actuar ralentizando la progresión de la miopía. En cualquier tipo de adaptación de lentes de contacto, en caso de jóvenes miopes, se buscaba un efecto sobre el control de la miopía y, de hecho, muchos profesionales que creían en ello adaptaban lentes de contacto permeables al gas, esperando obtener tales resultados. Se pensaba que tendrían un control sobre su evolución ya que proporcionaban, y proporcionan, la más alta calidad de imagen en la retina al corregir gran parte de las aberraciones oculares. Sin embargo, los estudios concluyeron que no hacían efecto en este aspecto, pese a sus excelentes resultados visuales.
Se pensó entonces en recomendar lentes de contacto blandas cuando la miopía progresaba, y ver qué ocurría con su uso. Los estudios concluyeron que las lentes de contacto blandas con un diseño tradicional esférico o asférico, aunque funcionaban perfectamente para corregir la mala visión generada por la miopía, no ralentizaban la evolución de esta.
Todo empieza a cambiar cuando aparece la ortoqueratología (u Orto-k), una técnica en la que se adaptan unas lentes de contacto especiales para modificar la curvatura de la primera superficie del ojo (la córnea) y que se utilizan exclusivamente durante el sueño. Sorprendentemente, y aunque no se esperaban resultados positivos para el control de la miopía, se observó, en multitud de estudios realizados en diferentes partes del mundo, que ralentizaba la evolución de la miopía en los niños y adolescentes que usaban esta técnica respecto a los de su misma edad que usaban gafas o lentes de contacto tradicionales. Debido a ello, los clínicos y los científicos, a medida que fueron conociendo y analizando estos resultados, pensaron en desarrollar diseños de lentes de contacto blandas que reprodujeran el efecto provocado con la Orto-k con el que se ralentiza la progresión de la miopía.
Aparecen entonces diseños específicos de lentes de contacto blandas para este fin y que se parecen mucho a los de las lentes de contacto multifocales que se emplean para la corrección de la vista cansada (presbicia). De hecho, los primeros diseños que se usaron en los estudios pioneros con lentes de contacto blandas fueron de este tipo. Y se verificó que esas geometrías, basadas en la multifocalidad, tenían éxito en el fin perseguido.
Tras esta confirmación ya comenzaron a desarrollarse lentes de contacto blandas basadas en ese principio de multifocalidad, pero con características diferenciales, como, entre otras y a modo de ejemplo, el diámetro de la zona óptica de la lente de contacto.
Las lentes de contacto blandas para el control de la miopía
Y llegamos a la situación actual, en la que se usan lentes de contacto blandas para el control de miopía pensadas, desarrolladas y aprobadas por los organismos sanitarios competentes para el uso en niños y adolescentes con ese fin.
Con el fin de comprender por qué estas lentes de contacto son eficaces para ese fin conviene conocer algunas cuestiones previas relacionadas con la miopía, la cual no es una condicional natural del ojo. De hecho, el ojo, al nacer, presenta lo contrario, es decir una hipermetropía. En el nacimiento, la miopía apenas llega al 2% de prevalencia en los neonatos y, además, cuando existe, esta acostumbra a ser patológica.
Durante los primeros años de vida se produce un proceso llamado emetropización, donde el ojo va creciendo y la existencia de la hipermetropía se entiende como la de un estímulo para el crecimiento axial del ojo, hasta que a la edad de 6 años se alcanza la emetropía (ni hipermetropía ni miopía).
Hoy en día se piensa que si el ojo sigue creciendo después de finalizada la emetropización, y por tanto se vuelva miope, sucede porque en alguna parte de la focalización de la luz en la retina hay una hipermetropía. Aunque un niño vea bien centralmente porque en la mácula se enfoca bien la luz sin ayuda óptica, si es emétrope o con gafas y/o lentes de contacto si es miope, en la parte periférica de su retina existe una hipermetropía, que es la responsable del estímulo necesario para que el ojo active el mecanismo de crecimiento axial y así aparezca o incremente su miopía. La figura 1 representa la hipermetropía periférica en un ojo corregido con gafas y la miopización de la misma, que eliminaría el estímulo al crecimiento axial.
Las lentes de contacto blandas para el control de miopía no solo corrigen la miopía en la zona central, sino que tienen una adición positiva periférica que elimina o reduce la hipermetropía de esa zona, paralizando o reduciendo, según sea el caso, el crecimiento axial del ojo.
En términos generales, el uso de estas lentes de contacto para controlar el progreso de su miopía es recomendable para todos los niños y adolescentes miopes con el objetivo de conseguir que la miopía se mantenga por debajo de las 5 dioptrías. A partir de esa cuantía, el ojo miope incrementa significativamente el riesgo de sufrir patologías oculares serias en la edad adulta, como glaucoma, maculopatía, etcétera.
Por lo anterior, se debe identificar el perfil de los niños o adolescentes susceptibles de sufrir una fuerte evolución de la miopía para recomendar precozmente este tipo de lentes de contacto.
Los aspectos más importantes a tener en cuenta son:
- Tener padres miopes
Aumentará la probabilidad de desarrollar miopía respecto a aquellos que no tienen ese antecedente genético. En concreto, si uno de los padres es miope, la probabilidad de padecer miopía frente al que no tiene antecedentes se multiplica por 3. En el caso de que ambos padres lo sean, por 6.
- Edad de la aparición
Si la miopía aparece antes de los 10 años, a priori tendrá una fuerte evolución. A su vez, si esta se manifiesta entre los 10 a 14, tendrá una evolución mayor que si aparece pasada esa edad. Además, el aumento de las dioptrías por año es inversamente proporcional a la edad.
- Aspectos de tipo acomodativo y binocular
Tener más de una dioptría del conocido como lag acomodativo (retraso de la acomodación) incrementa la tendencia a evolucionar fuertemente la miopía. También se conoce que la endoforia (desviación latente de los ojos compensada por un esfuerzo muscular ocular inconsciente) de más de 2 dioptrías prismáticas es un fuerte estímulo para el aumento.
- Entorno ambiental
La realización de tareas al aire libre es un elemento protector para que no aparezca la miopía o, si lo hace, lo sea en menor medida. Los niños que pasan demasiadas horas en espacios cerrados y pocas al aire libre expuestos a luz solar, tienen una tendencia mayor a desarrollar miopía. En concreto, pasar menos de 1,6 horas diarias de exposición a la luz solar se cree que afecta muy negativamente a la miopía. Se estima que 2,7 horas por día es el tiempo adecuado que podría ejercer algún tipo de protección.
Horas de actividades en distancias próximas
La dedicación de más de 3 horas diarias a la visión cercana (estudio, dispositivos electrónicos o cualquier actividad que implique la visión cercana), fuera de las horas dedicadas en la escuela, es un factor negativo que aumentará la tendencia a la aparición y/o aumento de la miopía. Se cree que menos de 2 horas diarias (fuera de las dedicadas en la escuela) son las adecuadas para no incrementar el riesgo.
Ante un niño o adolescente con varias o todas de las características anteriores hay que actuar cuanto antes, recomendando la adaptación de las lentes de contacto.
Principales resultados tras el uso de lentes de contacto blandas
Todos los estudios efectuados en relación con el incremento de la miopía con estas lentes de contacto blandas, diseñadas para el control de la progresión de la miopía, han arrojado resultados favorables. La miopía progresa en menor grado en estos pacientes cuando los comparamos con los grupos de control que usan gafas o lentes de contacto tradicionales.
En cuanto a predictibilidad, los resultados nos indican que podemos obtener con el uso de estas lentes la ralentización del aumento de la miopía, aunque, debemos ser conscientes de que existen diferencias significativas. Pero siempre, o casi siempre, vamos a lograr reducir su crecimiento. En la figura 4 pueden verse los resultados obtenidos en distintos estudios con lentes de contacto blandas frente a otras técnicas como por ejemplo la ortoqueratología.
Como se ve en la figura, hay estudios que han obtenido desde un 25% de control de miopía y otros que han llegado hasta un 72%. De media, se acepta un 49% de control con estas lentes.
Una de las posibles causas de estas diferencias podría ser, entre otras, la raza. Así, los asiáticos, que tienen una prevalencia mayor de miopía que los caucásicos, también se cree que responden mejor a los sistemas de control de miopía en general.
Un siguiente paso muy interesante sería el de conocer el perfil del miope más respondedor y menos respondedor, para poder informar previamente a los padres y al paciente de lo que se puede conseguir. Y en eso es en lo que ahora están trabajando los investigadores: determinar el perfil del niño que tendrá mejores resultados. Sin embargo, aunque se desconoce cuál será el resultado final, sí podemos asegurar que lograremos reducir el incremento de la miopía, si se usan estas lentes de frente a lo que ocurriría si siguieran con gafas.
Por todo lo anterior, es muy importante no dar falsas expectativas a los padres e informar muy bien acerca de los resultados que se podrán conseguir, teniendo en cuenta esta variabilidad.
En definitiva, al no conocer qué perfiles responderán mejor al tratamiento, se debe de dejar claro a las familias que hablamos de valores medios. Y, por tanto, que no se puede asegurar un porcentaje de control determinado en un sujeto en concreto, pese a que sí se pueda prever una mejora en prácticamente todos los casos.
Así, por ejemplo, supongamos que tenemos un niño o niña que a la edad de 8 años manifiesta una miopía de 1 dioptría. De acuerdo a lo que conocemos hoy en día, podemos informar a los padres de que, si continúa usando gafas, a los 17 años su miopía con mucha probabilidad estará en -5,75 dioptrías. Por el contrario, si le adaptamos lentes de este tipo, estimando un control medio del 49%, a los 17 años su miopía podría estar, si se comporta como la media de los sujetos estudiados, en -3,50 dioptrías. Si retrasan la adaptación de las lentes de contacto más tiempo, por ejemplo, a los 10 años, entonces los datos anteriores serían de -6 y -4,50 respectivamente (figura 5 centro). Una edad de inicio con las lentes de contacto de control de miopía a los 12 años implicaría llegar, en las mismas condiciones mencionadas, a -6 y -5 respectivamente a la edad de 17 (figura 5 abajo). Es decir, en este caso de inicio tardío del uso de las lentes de contacto, aun reduciendo la cuantía final de las dioptrías a los 17 años, el riesgo de glaucoma o maculopatía en la edad adulta se ha multiplicado respecto a un inicio más precoz en el uso de las lentes de contacto.